¿Hablás con tu niñ@ interior? Suena raro, sí, pero poder conectarnos con nuestro niño interior nos permite conversar con aquella parte más honesta y sincera de nuestro ser, con nuestra esencia. Muchas terapias hacen hincapié en la sanación del niño interior. ¿Sabés cómo sanar al tuy@? Hoy compartimos un artículo súper completo sobre nuestro niño interior y cómo hacer para sanar junt@s 🙂
El niño interior como entidad física no existe, no podemos diseccionarnos y hallar en algún punto de nuestro cuerpo un niño interior o un mini-yo pequeñito; se trata de un concepto que reúne las cualidades de nuestra esencia o ser interior, por lo que simbólicamente el niño interior representa las cualidades del corazón como son: pureza, espontaneidad, inocencia, fragilidad, amor incondicional, alegría, entusiasmo, vitalidad, etc.
Cualquier trabajo de desarrollo o crecimiento personal que empecemos se dirige hacia un mismo fin: amarnos y aceptarnos incondicionalmente. El trabajo con el niño interior es un trabajo de sanación a través del corazón.
Todos llevamos dentro el niño que fuimos. Cuidar al niño interior es de vital importancia para la mejora emocional y para mantener una sana autoestima. Casi todos en la infancia hemos tenido heridas emocionales y si no las solucionamos en su momento, el niño interior estará dañado. Ahora podemos intentar comprender lo que le pasa para sanarlo.
Desde nuestra fragilidad o vulnerabilidad, de niños pudimos sentirnos sin recursos y heridos; muchas de esas heridas que no se han sanado continúan acompañándonos de adultos. Algunas de estas heridas parecen estar muy a flor de piel y nos hacen reaccionar de forma compulsiva. Cuando reaccionamos de forma desmedida o incomprensible, no es más que el niño expresando su herida a través del adulto.
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Todas nuestras heridas son infantiles, incluso las que suceden de adultos vienen a ser una réplica de las que ya nos precedieron.
Cuando queremos reconciliarnos con nuestro clan familiar, es donde este trabajo con el niño interior, todavía cobra más importancia, porque es el niño herido y su concepto de un amor idealizado el que nos impide tener una imagen real de nuestros padres para que de adultos podamos aceptarlos tal y como son.
Cuando estamos en la crítica o juicios hacia nuestros padres es nuestro niño herido el que habla por nuestra boca; es nuestro niño herido que no sabía defenderse pidiendo amor, reconocimiento, comprensión, y atención.
Si nuestro niño interior se siente carente es nuestra responsabilidad de adultos empezar a satisfacer sus demandas.
El primer paso para sanar el niño herido es reconocer esa parte en nosotros para después darle protección desde nuestro yo adulto; no sé me ocurre una metáfora mejor que la de la perrita que cuida de su cachorro o cachorros con mimo y esmero, el cachorro es frágil y necesita mucho cuidado, atención y protección, lo mismo sucede con nuestro niño interior.
¿Cómo Trabajar Con Nuestro niño Interior?
Te compartimos dos formas fáciles de conectarte con tu niño interior:
♥ Lleva las manos a tu corazón y desde ahí trae un recuerdo, ya sea del pasado o del presente que te produzca una agradable sensación; puede ser una sensación de ligereza, gracia, ternura o diversión.
Podés ayudarte de algún recuerdo que te guste recordar. Después vas a centrarte en las sensaciones que te produce este recuerdo; tratá de expandir esa sensación, inflala, y cuando sientas que ya has conectado con tu niño interior, le vas a decir mentalmente o en voz alta:
Querido niño interior
A partir de ahora te reconozco
A partir de ahora te protejo
A partir de ahora te cuido
A partir de ahora escucho tus demandas
A partir de ahora tengo en cuenta tus necesidades
A partir de ahora ya no estarás solo
♥ Una variante de este ejercicio es utilizar un peluche o muñeco (o en su defecto una almohada) que simbolice tu niño interior; lo vas a poner en tu regazo diciéndole lo mucho que lo querés, decile todo aquello que consideras que necesita oír, tratalo con mucho amor y cariño.
Podés hacer este ejercicio las veces que quieras, cuando tu niñ@ interior te lo susrre al oído 🙂
“El medio mejor para hacer buenos a los niños es hacerlos felices.”
-Oscar Wilde-
Ejercicio Para Sanar A Nuestro Niño Interior:
♥ Imagina o recuerda tu etapa de la niñez. ¿Cómo eras cuando tenías 8 años? Tratá de visualizar cómo eras físicamente y si te cuesta, podés mirar alguna foto para refrescarte la memoria y captar todos los detalles posibles. Ahora vas a visualizarte a vos mismo de pequeño, en tu habitación solo, ¿qué hacías cuando estabas en tu cuarto a solas? Imagina aquella etapa de la niñez, ve al pasado y recuerda cada detalle. ¿Qué muebles había en tu cuarto, de qué colores, a qué jugabas, etc? Cuantos más detalles reales instales en la imaginación, mejor efecto tendrá el ejercicio.
Ahora visualizá en tu mente cómo sos ahora. Imaginá que estás entrando a la habitación que tenías cuando eras pequeño, abrís la puerta y ves a un niño cabizbajo, inseguro. Ese niño eres tú cuando eras pequeño. En la habitación estás vos, tal y como sos ahora, acompañado por un niño, que es el de la etapa de tu infancia. Tu persona adulta puede conversar, acariciar al niño que fue, usando la imaginación.
Acércate a ese niño herido, sensible, temeroso y pregúntale qué le pasa. Ahora podés escucharlo, darle la atención que necesita. Podés pedirle permiso para abrazarlo, para pedirle perdón por el tiempo que han estado separados, por el tiempo que ha estado solit@ en la habitación. Podés prometerle visitarlo más seguido y protegerlo para que nunca se sienta triste, ni herido. Tratalo como te hubiera gustado que te trataran en la niñez. Dale cariño y comprensión, abrázalo fuerte y decile que a partir de ahora estará a salvo, que lo cuidarás y aceptarás como se merece.
Jugá con él, diviértanse, deja que salga su espontaneidad. Seguí imaginando y visualizando que van juntos a una plaza, a un parque, a unos juegos, donde sea que tengan ganas. ¿Dónde deseabas ir cuando eras niño? ¿Qué capricho deseabas y no pudiste tener? ¿Qué afectos te faltaron? Ahora vos podés darle lo que desee. Salgan juntos y diviértanse, y cuando ya tu niño interior se sienta motivado y alegre, vuelvan a la habitación. Dejalo allí a salvo y despedite de él, diciéndole que cada vez que te necesite, allí estarás para él.
Recuperar a nuestro niño interior supone recuperarse a sí mismo,
resolviendo bloqueos emocionales que permanecen desde la infancia a nivel subconsciente.
Los Efectos De La Imaginación
Si pudiste hacer el ejercicio y usaste bien tu imaginación, te habrás dado cuenta de que tus partes más inseguras, crueles y temerosas provienen de tu niño interior. Tratá de cuidarlo, quererlo y aceptarlo y seguro vas a notar una mejoría emocional, a la vez que tu autoestima quedará reforzada.
Los adultos que tienen a su niño interior saludable, no se reprimen cuando les apetece hacer algo no propio de adultos, como por ejemplo, pasar por un parque y subirse a una hamaca; no les importa lo que piensen los demás, son libres de expresar sus emociones y deseos.
Los adultos con el niño interior dañado, se reprimen cuando desean hacer cosas propias de la infancia, desean dar una imagen correcta, seria, de adultos. No se dan cuenta de que todos los humanos tenemos la necesidad de volver a ser niños de vez en cuando. Y no es malo, no es inmadurez, sino que están dejando que su niño interior se divierta.
Los adultos que tienen hijos pueden volver a divertir a su niño interior cuando juegan con ellos. ¿Quién no ha oído aquello de que “al padre le gustan más los videojuegos que al hijo…”?. En cambio, las personas adultas sin hijos, se reprimen más a la hora de hacer cosas propias de la infancia. Ya no juegan a la pelota, ni se ríen de cualquier tontería, es como si en la edad adulta hay que ser correcto y todo lo demás es de inmaduros.
“Los hombres no dejan de jugar porque envejecen; envejecen porque dejan de jugar.”
Divertite, jugá, soltate, reí, saná
¿Qué te pareció el artículo? Contanos tus opiniones sobre los ejercicios del niño interior. Esperamos que te diviertan jugando con el tuy@